Egstegamón

Egstegamón no pertenece a la familia de las compositae, su origen no parece estar muy claro, aunque revisando algunos libros de botánica, noté que quizás pudo proceder del Tibet. Es una variedad híbrida, al parecer producto de un cruce de dos especies distintas y quizás se remonta a una antiguedad de 2500 años. Muchos podrían confundirla fácilmente con una lechuga, sin embargo la taxonomía y morfología de su especie es muy diferente, casi única y desconocida. Su tallo no es cilíndrico sino ovalado y aunque sus hojas están colocadas en roseta no posee raíz. Tampoco le afectan las altas temperaturas del clima árido ni los cambios bruscos del mismo. Sobrevive en condiciones extremas, enroscada y hospedada de forma parasitaria al espinoso cactus del patio, adaptada perfectamente. Dentro de sus pétalos habitan extraños y diminutos seres que sólo salen al exterior una vez al año, cuando Egstegamón produce una única orquídea de oro, que las mismas criaturas polinizan y fecundan. Así que cuando egstegamón florece anualmente, su llamativo color dorado, atrae e indica la inminente llegada de una salamandra jurásica sin miembros inferiores, que es rápidamente regenerada por las nuevas especies Mogs (así se hacen llamar), y una vez reconstruída la comen completamente. Estos seres al nacer son del tamaño de un grano de arroz, pero rápidamente llegan a medir hasta 10 centímetros. No tienen forma definida, son deformes y degenerados. Poliformos sin ojos que a través de los poros de su piel emanan una sustancia alucinógena y no transpiran. Algunos llegan a ser devorados por las aves, lo que los hace vulnerables, pero otros logran penetrar rápidamente al interior de la tierra donde sufren una nueva metamorfosis, adoptando cualquier forma concebible y así, sin levantar sospecha alguna, poder colonizar y poblar la tierra con fines desconocidos.